La autogestión de la vida cotidiana en uno de los barrios más cotizados de Atenas

Por Hibai Arbide Aza
Atenas-
En una esquinita de uno de los barrios más céntricos de Atenas, en Exarjia, unos niños juegan y se balancean en unos columpios. Lo hacen ajenos a la realidad que les rodea, bendita ignorancia infantil que los mantiene inocentes y alegres. Gritan y corren sin saber que el suelo que pisan es uno de los más codiciados de la ciudad.
En el parque Navarinou, la autogestión ha tomado la forma de árboles frutales, huertos y espacios infantiles para diferentes edades. Una actividad cotidiana como bajar al parque es, en un territorio acechado por la gentrificación turística, toda una declaración de intenciones.
La okupación del parque fue una de las muchas consecuencias que, en diciembre de 2008, siguió al asesinato del adolescente Alexis Grigoropoulos por parte de un policía. Los vecinos y las vecinas retiraron el asfalto, plantaron árboles y constituyeron una asamblea para autogestionar el espacio.
“Comenzó de manera espontánea, porque llevábamos tiempo escuchando que esto sería un parque, pero nadie hacía nada”, cuenta Nektaría, miembro de la asamblea. Además de árboles, plantaron huertos, pusieron bancos y construyeron una zona infantil. Con el tiempo, los miembros de la asamblea detectaron necesidades diferentes y, en 2019, decidieron volver a transformar el espacio: “La idea es convertir todo en un parque infantil y queremos que el barrio se implique para que ese sea su uso principal”, decía Evi, otra miembro de la asamblea. “Un espacio de encuentro abierto, autoorganizado, libre, lejos de las imposiciones del Estado, del poder y la lógica de la propiedad privada”, en palabras de Nektaría.
Desde entonces es el espacio de juego cotidiano de las niñas y niños del barrio y no ha perdido su carácter autogestionado, asambleario, horizontal y no comercial. Mientras las criaturas juegan, madres y padres disfrutan de un oasis anticapitalista.
Un barrio que resiste
El parque Navarinou está situado en el céntrico barrio de Exarjia, epicentro de las luchas sociales en la Grecia moderna, allí donde los movimientos muestran su fortaleza, que, aunque no pasa por sus mejores momentos, sigue siendo significativa. En este barrio se concentra la mayor cantidad de centros sociales, locales de movimientos y sedes de partidos de la izquierda parlamentaria, así como una tupida red de organizaciones formadas por personas refugiadas y migrantes.
“Exarjia tiene una historia muy larga. Siempre ha sido un espacio para escritores, artistas y activistas políticos. Las ideas radicales siempre han echado raíces aquí”, explicaba Theófilos Vandoros, conocido actor y activista con una larga trayectoria a sus espaldas. Hasta su muerte, en 2021, fue uno de los miembros más activos en Nosotros, un centro social afín al Movimiento Antiautoritario (AK) fundado en 2005. Nosotros, una referencia evidente al grupo de la FAI formado por Durruti, Ascaso y García Oliver, está situado en un edificio contiguo a la plaza de Exarjia, emblema del barrio.
En 1973, fue en esa misma plaza donde se concentraron los estudiantes que después ocuparon la Universidad Politécnica. Su protesta fue ahogada en sangre y murieron, al menos, 36 estudiantes. Esa acción marcó el principio del fin de la dictadura y transformó para siempre tanto el barrio como el país. Desde la caída de la dictadura en 1974, Exarjia se ha consolidado como un núcleo del movimiento antiautoritario. “Desde 1974 y hasta ahora, el movimiento antiautoritario siempre ha tenido como base este barrio. Después de los años 80, surgió un gran movimiento de okupaciones que difundió las ideas de autogestión y antiautoritarismo”, destacaba Theófilos.
La siguiente transformación del barrio fue en diciembre de 2008. El policía Epaminondas Korkoneas asesinó allí a Alexis Grigoropoulos a sangre fría cuando este tenía solo 15 años. La respuesta inmediata fue una manifestación anarquista que en cuestión de horas se extendió por todo el país y se convirtió en una revuelta generacional. Durante un mes, el Estado perdió el control de las calles. Las universidades e institutos de toda Grecia, pero también teatros, fábricas o cines del país fueron okupados. Cientos de encapuchados quemaron todos y cada uno de los bancos de Atenas. Las comisarías de policía sufrieron ataques. La Policía dejó de patrullar las calles de Exarjia.
15 años después de okupar el parque, el barrio enfrenta otros tipo de problemas. La amenaza viene ahora del turismo: la proliferación de apartamentos turísticos, un nuevo plan urbanístico y la consiguiente subida del precio de la vivienda está minando las redes vecinales.
Por su buena ubicación, pero también para atajar de raíz la influencia de estos movimientos libertarios, el Gobierno griego y el Ayuntamiento de Atenas han proyectado la construcción de una parada de metro en la plaza, eje de la vida social del barrio. Las obras de este proyecto, que ha tenido al vecindario en frente desde sus inicios, empezaron en agosto de 2022.
Las consecuencias ya se empiezan a notar: donde antes había kafeneios, ahora hay negocios de brunch o concept stores. Sin embargo, los y las vecinas no cejan en el empeño de tener un barrio para ellos, un lugar en el que sus hijos e hijas puedan crecer alejados de las garras de la especulación. Y uno de los símbolos de esa resistencia son los toboganes del parque Navarinou y el griterío infantil que cada tarde inunda este espacio.
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